Helarte. ®. (Una odisea del helado)

Helarte. ®. 
(Una odisea del helado)
Ciencia-ficción. Fantasía. 
Jorge Ofitas. 

Por fin el sol se había "mojado" y se atrevió a salir entre aquellas nubes blancas. La temperatura subió unos diez grados y Helarte sacó al parque su quiosco ambulante de helados, a saber caseros. La verdad es que estaban demasiados buenos y en solo dos horas se le terminaban. 

Cuando llegaba al sitio ya había paseantes esperándoles y Helarte sonreía hasta que regresaba a nadie sabe dónde, algunos le siguieron pero nadie sabía donde acampaba de noche ni donde pasaba el resto del día. La obsesión por sus helados llegó al punto de hacer desesperar a algunos, finalmente otros comenzaron a murmurar que los Helados de Helarte contenían droga, las mujeres opinaban que no; que todo era una sarta de mentiras para destruir la reputación del risueño y simpático heladero. 

Helarte vivía en un OVNI y por supuesto no era terrestre; aunque sí muy bonachón y poco dado a la violencia pues allá en la galaxia de la que provenía no existían las disputas extrañas de los seres humanos y sus animales. Le acompañaba su jefe de máquina el leal Ambrosito de Urano, que para que el pudiese experimentar con los helados, pasaba los días enclaustrado dentro del OVNI con una extraterrestre que lo trastornaba y volvía loco. 

Helarte llevaba un traje de camuflaje para salir del aparato. Todo comenzó en su primera misión a nuestro sistema planetario y sintió la profunda atracción de nuestro planeta. Sin pensarlo mucho llegó hasta aquel pueblecito costero y camuflado vivió en éxtasis las fiesta veraniegas de un pueblo mediterráneo. Aquí conoció el helado y también se enamoró de una chica que reparaba redes en la arena, por supuesto él era feo para los ojos humanos y decepcionado decidió regresar al planeta del qué provenía. 

En este último viaje desde los confines de Dios sabe donde; se había procurado un camuflaje casi perfecto, ciento ochenta centímetros de estatura, buen  aspecto y se hizo con una colección de ropa primavera-verano. Comía solamente dátiles y otros frutos secos y helado claro está, le encantaba, en un solo día podía beberse más de un litro. 

Ese día pronto de primavera no había clientes esperándole y desde su ubicación vio que todos sus clientes se relamían de gusto al otro lado del lago. ¡Le había salido una competidora!  Fue hacia allí para  probar los helados pero cuando llegó no quedaban. 

- Me ha chorado mi clientela y quiero probar esos maravillosos helados. - Dijo Helarte a la heladera.
- ¿Tú era el famoso Helarte?
- Sí. Soy yo. ¿Y tú eres?
- Lazulín. Este es mi nombre. ¿Lo ves? Helados caseros Lazulín.

Helarte quedó atrapado más de dos horas en una conversación con la heladera y ella le invitó a comer
un perrito caliente con mostaza con "tomato", pero Helarte no podía comer esas cosas, debía ir al OVNI para quitarse aquella envoltura que desaparecería cuando el sol se ocultase por la verdes colinitas de aquel parque del estío marinero.

Así lo hizo, logró escabullirse de aquella invitación muy a pesar que le hubiese gustado quedarse. Lazulín, que bello nombre, le traía recuerdos de cuando viajó a la galaxia Laspyziluzia, una extraña sensación lo abordó. 

Comió su dieta y durmió hasta el amanecer. Ambrosito sin embargo pasó la nocturnidad copulando con Lokitaxia, una extraterrestre que le dio a probar anís de cazalla y tuvieron que comprar tres cajas... 
Había algo más. Helarte no se encontraba en nuestro planeta por placer, no podía permitírselo; sus superiores le dejaban con la condición que localizara a tres alienígenas que habían huido de su multiverso y había que devolverlos o neutralizarlos. Helarte no sabía aún de quienes se trataban ni se lo dirían hasta llegar el momento propicio. 

Al día siguiente cambio de ubicación y vendió toda su remesa de helados. Colocó doble nevera y un pequeño luminoso en color rojo que destellaba: "Helarte" "Helados" "Helarte"... 

La tarde fue buena y una hora antes de caer el sol reemprendió el camino de vuelta. De repente se topó con alguien: 

- Hola, Sinfonina... 
- ¿Cómo has dicho?... 
- Ninfafonia... 
- Ja, ja, ja. Pero. ¿Qué te ocurre?... 
- Hola, Lazulín... 
- Por fin lo dices bien... 
- Debo irme, llevo mucha prisa. 
- No, no. Hoy no te vas. Traigo dos entradas para ver cine en la noche del parque. 
- Me encantaría más es imposible para mí. 
- De eso nada, Helarte se queda. 
- ¿Puedo hacer una llamada?... 
- Ve, sí. No soy una comisaría. Probaré uno de tus helados. 
- Eh, ese era para mí... 
- Anda ve. Um, que bueno está este helado... ¿Cómo los haces?... 

Helarte no podía regresar su camuflaje no funcionaba de noche. Lazulín se echó a buscarlo por toda la playa y el pueblo. Por supuesto no lo encontró... 

Helarte volvió al siguiente con una nueva remesa de helados que se terminaron antes de tiempo, estuvo mirando y no consiguió ver a la heladera. Se puso a silbar cuando mientras empujaba su carrito por los caminitos del parque, entonces alguien le lanzó
un helado a la cara. 

- Hola, Mazunín. Perdón quería decir Lazulia. 
- Eres odioso. ¿Lo sabías? 
- ¿Qué quieres Lazulín? 
- Quiero que esta noche vengas conmigo al cine del parque, hoy comienza la temporada yang. 
- Tengo asuntos importantes que atender, lo siento. 
- ¿Has bebido? ¿A qué hueles?... 
- Es mi merienda. Anís de Cazalla. 
- Ja, ja, ja. La merienda dice... Deja el carrito amarrado ahí y vámonos. 
- Está bien. Qué tarde más preciosa... 
- Tú sí que eres precioso, te invito a una limonada. 
- Vale, hum, qué bien huele...
- Sí, a estas horas con esta brisa parece el paraíso... ¿Qué te apetece beber, Helarte?
- Tinto. 
- No. Alcohol no hay más... 
- Vale. Entonces mosto sin alcohol. 
- Dos mostos sin alcohol y cóbrese, por favor... Vayamos juntos al lago... 
- ¿Qué película ponen?... 
- Una muy antigua, creo qué se titula; "El halcón y la flecha". ¿La viste?... 
- No. 
- Bueno, qué más da. 
- ¿Puedo besarte?... 
- Qué lanzado eres para ser de los helados... Patoso eres un poco... 
- Lo sé. Debo irme. Lazulín... 
- No, Helarte, quédate. Quiero compensarte por haberte dejado sin clientela. 
- No puedo quedarme de noche. Moriría. No puedo decirte más... 
- ¿Qué eres el hombre lobo o un bicho de esos? Ja. 
- Créeme, algo parecido... 
- Yo te veo muy atractivo. Venga, anímate. 

Helarte se la jugó. Si el camuflaje desaparecía en la noche él se desintegraría. 

- Promete algo... - Dijo Helarte - 
- Lo que quieras, amor. 
- ¿Si no nos viéramos más, guardarás esta piedra de luna para ti?
- No hables así. ¿Es el alcohol, el cazalla ese? ¿Humor negro, eh? 

Algo muy extraño y misterioso tuvo lugar pues Helarte no se transformó y cuando la película concluyó besó a Lazulín y se enamoraron de tal manera que pasaron allí en la sala vacía más de dos horas
sin nadie que les molestara... 

Tras estos unos hombres esperaban a Helarte y Lazulín no se percató; lo besó muy profundamente prometiéndole verse con él al día siguiente. Luego se marchó después de recoger su carrito de helados, especialidad en vainilla, nata y fresa. 

Aquellos presuntos extraterrestres apresaron a Helarte acusándole de violar ciertas nomas multiverso. 

- Ha violado el tratado de convivencia astral. 
- Lo sé y estoy dispuesto a saldar mi deuda. 
- ¿Debemos chequear su mente? ¿Cómo ha podido enamorarse de una especie tan distante de la nuestra?
- No tengo explicación para eso. Todo ocurrió muy rápido. Lo siento. 
- Ya habla otra vez expresando sentimientos. 
- Es cierto, dijo otro de los jefes. ¿No será de los helados?
- Lo he pensado o de esa otra bebida, ¿anís de cazalla?
- Vamos a devolverlo a la galaxia mental de Laspyziluzia. 
- No por favor, no me aparten de Lazulín, por favor... - Pero fue inútil - 
- Ya está relevado... Pronto estará dormido... dormido... Recuerdo extinguido. 

Cuando Helarte despertó recordó todo perfectamente incluso después del lavado completo de recuerdos. La galaxia Laspyziluzia poseía un sistema planetario al que llamaban el sistema Zelestín y cómo en nuestro sistema sólo parecía  haber un planeta que albergaba vida, el planeta Kaprak. Todo parecía en orden hasta que vio su rostro reflejado en aquel lago. Se tocó. ¿Qué le había ocurrido? Los demás no
eran cómo él y muchos se acercaban para apresarle, quedó sorprendido cuando vio en un luminoso anunciada la misma película que vio con Lazulín en el parque de la Tierra, corrió hacia la sala, quería ver de nuevo la película y recordar aquella noche, pero se echaron encima de él, de repente Helarte se convirtió en un bello Halcón milenario y echó a volar, la noche había caído y todos buscaban medios para atraparle. Lo qué lo atrapó fue la flecha de una hermosa mujer que estaba apostada junto a los jardines, ésta lo recogió en la caída. 

- Este es bueno. Lo disecaré. Ya lo tengo. 

Sin embargo el halcón herido de muerte se transformó en Helarte versión humana y Lazulín rompió a llorar pues se enamoró de él. 

- Aquí acaba mi viaje. Lazulín... 
- No, verás... Qué hago ahora... Ay, qué pena más grande... 
- Disécame y ponme en un aparador, así podrás verme.... - Y sonrió - 
- Trágate esto... 
- ¿Qué es?... 
- Un helado curativo que he inventado ahora mismo... 
- Um. Con este helado y contigo a mi lado; no me importaría morirme de frío ni
 quedarme congelado, amor... 

 FIN

Autor relato: Jorge Ofitas. 
Spain. 2009. ®. Europe. 2025. ®. 






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