Maim y el dragón de Chelansí. ®.






Maim y el dragón de Chelansí. ®.

Relato breve surrealista. Ficción. Filosofía. Zen. Misterio. Sabiduría.

Jorge Ofitas. ®.



Maim el sabio zen cruzaba en  su chalana el lago misterioso y calmo de Chelansí. Lo de calmo era debido a su superficie tan estática parecida a un cristal brillante de sol. Muchos sabios de la comarca aconsejaban no merodear, curiosear y mucho menos navegar por sus aguas pues decían que Chelansí era un lago protegido por dioses y en realidad era inaccesible e invisible para los ojos groseros. ¿Rumores infundados e inflamados? Quién sabe…

 

Y nunca nadie se atrevió a surcarlo. Aunque Maim el sabio pescador no estaba allí por la belleza del acuífero encantado; cómo llamaban otros a Chelansí. Buscaba las montañas más secretas de Tíbet para encontrar a su maestro y pasar en las cumbres recónditas  el resto de sus días y así alcanzar la sabiduría y la iluminación cómo hizo Siddhartha. Nunca albergó temores basados en las creencias populares que oía cada día en el trasiego de algunos mercaderes que le visitaban para consultarles asuntos del espíritu y otras índoles. Había rumores para todos los gustos y creencias buenas y malas  más Maim nunca hizo caso a estas hablillas y atajó por allí pues era el trayecto más corto para acceder a ciertas partes del Tíbet casi inaccesibles por otros itinerarios más abruptos y secretos.

 

De repente algo muy extraño y sorprendente le ocurrió; precisamente cuando pensaba en su maestro y cómo encontrarle allá en las ahora ya próximas y visibles montañas, un puente comenzó a emerger del lago y se extendió a todo lo ancho impidiendo a Maim continuar navegando.

 

Lo más misterioso y quizá terrorífico para el maestro zen de la chalupa era; que si cruzaba el puente por debajo (pues era el único camino que le quedaba para poder avanzar) las montañas desaparecerían del horizonte y en su lugar se aparecía otra región otro paisaje llano, hermoso, muy distinto al que se veía por encima del viaducto. Seguramente he muerto sin estar preparado y lo qué se ve bajo el puente es otro mundo… - Se dijo -

 

Los dos extremos del puente se fueron estirando hacia el cielo cómo un elástico brillante. En la parte izquierda apareció la cabeza de un dragón excelso con gran inteligencia y en el lado izquierdo la cola de éste qué el mismo dragón se mordía con levedad. Miraba fijamente a Maim que cesó de remar y no apartaba la vista de aquel animal que tanto representaba para su sabiduría, creencias, tradiciones y conocimientos claro qué nunca nadie había visto un dragón mitológico o astrológico cómo ese, solamente en las ilustraciones antiguas o dibujos hechos por las manos de sabios monjes artistas recluidos en algún inhóspito del otrora Tíbet.

 

Pensó que la muerte repentina le había sorprendido hasta que el dragón le preguntó vía telepática que hacia navegando por Chelansí... ¿Es que no has oído lo qué dice la gente sobre este lugar? ¿Hacia dónde te diriges? Concluyó el dragón.

 

Maim contestó que iba en busca del gran maestro oculto en las montañas para terminar sus años recluido con los monjes hasta alcanzar la suprema sabiduría para así lograr una buena reencarnación en su próxima vida… - Entonces el dragón habló de nuevo por telepatía - ¡Oh, Maim! ¿Qué te hace pensar qué no has muerto o qué te dejaré pasar?

 

Maim mantuvo cómo era propio en los maestros zen toda su templanza, cerró los ojos, respiró profundamente y cuando volvió abrirlos se contempló en el cristal del lago…

 

¡Ahora Maim también era el dragón y a su vez también era Maim que seguía allí estancado observándose fijamente! ¡Cómo era posible! Entonces siendo dragón  miró a su izquierda y vio un árbol que nacía de la nada cómo saliendo de un huevo y en el lago otro árbol idéntico surgía del agua cómo una flor de loto surgida de unas piedras. También había un péndulo que nacía del cielo que se balanceaba de un lado a otro del Chelansí. En la péndola podía observarse el símbolo del bien y el mal el ying y el yang aunque sería más correcto decir el símbolo de la sabiduría y la ignorancia. ¿Quién puso todo aquello allí? ¿Quién lo convirtió en dragón? Entonces apareció amarrado de la nada un receptáculo con forma ovalada dentro había una luz y un universo encerrado…

 

Finalmente, Maim convertido en dragón de sabiduría se habló a sí mismo y se preguntó: ¿Si tú eres yo y yo soy tú? ¿Cuál de los dos es Maim? Finalmente el batelero zen contestó al dragón, que él mismo era… 

 

Es fácil, dijo Maim. Todo lo que florece y flota en la nada pervive también en la tierra, en nuestras mentes, en el espíritu y el alma del hombre… Somos cómo ese árbol de loto que tiene su réplica en el cielo… No puede existir nada abajo si no existe arriba. El péndulo representa el tiempo humano y su equilibrio y la luz que encierra la membrana luminosa es el conocimiento de la tierra y el cielo y yo Maim soy la ignorancia representando tú a la sabiduría  de esta esfera amado dragón…

 

Así que Maim se permitió a sí mismo pasar y cruzó el puente a sabiendas que el dragón siendo él en ningún caso se haría daño a sí mismo.  Pero cuando atravesó el puente las exultantes y maravillosas montañas tibetanas habían desaparecido y se encontró un paisaje sin cordilleras, de color berilo aguamarina y un intenso aroma a onika y mirra. Oteó también grandes lagos, en el horizonte  avizoró un inmenso  y precioso mar color azul profundo, grandes bosques desconocidos por el sabio zen y muchas más cosas. Tan bello era el vergel vislumbrado por Maim qué este nunca más regresó… Algunos en la aldea aseguraban que ni siquiera existió…

 

¿Qué le ocurrió a Maim? Si el dragón era él, ¿cómo es qué las montañas deseadas desaparecieron de su vista? ¿Murió sin saberlo? ¿Qué extraño suceso metafísico le aconteció a Maim en el lago Chelansí? ¿Quién sabe si hay tantas estrellas cómo seres vivos y tantos lagos sumergidos cómo elevados? Conócete a ti mismo.

 

FIN

 

 

 

Conclusión

 

El autoconocimiento que el maestro Maim tenía de sí mismo era tan vasto que se encontró con su réplica (el yo mira en el yo) en el mundo de las ideas tal cómo nos dijo Platón. Así es que lo que ocurrió al sabio zen fue que “al no saber que sabía” es decir al no ser plenamente consciente de su sabiduría tal vez por un exceso de humildad (cualidad esta de gran sabio)  tuvo una visión de sí mismo representada por un dragón; que simboliza entre otras cosas extraordinarias (en la filosofía, en la metafísica, en las creencias del populacho y la astrología oriental) la fortuna, el amor, la sabiduría y a ese Dios que todos llevamos dentro y que es invisible para los ojos… Creamos o no en él ahí anida…

 

Así es que Maim al estar ya iluminado las montañas del Tíbet desaparecieron de su mente pues ya nunca más necesitaría a su maestro y el precioso y nuevo paisaje que vio ante sus ojos representaba el nirvana, la liberación y en resumidas cuentas un buen karma. Cómo Siddhartha, Maim logró la iluminación y tuvo acceso al paraíso de la sabiduría y la poesía de las esferas dónde el concepto tiempo nunca existió, ni existe, ni existirá…

 

Gracias por vuestras lecturas y comentarios.

El autor.

 

 

Autor relato: Jorge Ofitas. ®.

Spain. Europe. 2017. ®.

Autor ilustración: Gyuri Lohmuller. ®.

 

 

 


 

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